domingo, 24 de julio de 2011

La amnesia de lo púbilico




Hace días teniendo una de esas conversaciones cuasi filosóficas con un amigo, comenzamos a tocar el tema del uso de los espacios públicos en la ciudad, y él me cuenta su historia muy particular, de cómo en la Plaza Bolívar de Mérida, estando simplemente sentado en un brocal que separa el centro de la plaza con el área verde, viene y se le acerca un policía y le dice que no puede estar sentado ahí. ¿Qué no se puede sentar una persona en espacio público y más en la Plaza Bolívar, espacio democrático por excelencia y casi que por definición? ¿Desde cuando alguien tiene la potestad de decidir quién se sienta, donde se sienta y como se sienta uno en una plaza?

Luego de escuchar ésta anécdota recordé otra historia un poco diferente que da otra perspectiva, oyendo a otra persona decir que es una falta de respeto hacia la figura de Bolívar que hubiesen personas jugando con una pelota en la plaza, y luego viene a mi memoria cuando hace ya tiempo había un aviso en la Plaza Bolívar donde decía que las personas no podían pasar por el sitio en shorts, franelillas, ni faldas cortas.




Es entonces cuando me pregunto: ¿Qué pasa con la esfera de lo público dentro de la ciudad?

Al parecer las personas estamos sufriendo una suerte de amnesia inducida, con relación a los espacios públicos. Ya nos encontramos en una plaza de cualquier ciudad y no sabemos qué hacer, nos sentimos incomodos, no sabemos para qué existe ese ámbito.

Es curiosamente alarmante que cada segundo que pasa perdamos un poco más de memoria de lo público. Las plazas (tomo ésta tipología por ser la más común en relación a lo público) se ven simplemente como un adorno gigantezco de las ciudades, llenos de grama que no puedes pisar, de sillas donde no te puedes sentar, de circulaciones que no puedes caminar.

Las causas de este fenómeno son muy variadas, pero si tuviese que juntar un conjunto de vocales y consonantes que generalicen seria: falta de políticas serias y consensuadas en materia de espacio público, lo que muta en un abandono de los mismos.

Cada día que pasa nuestras vidas van perdiendo espacios, nos desplazamos en nuestras burbujas de combustible fósil desde la casa al trabajo, del trabajo a la casa, de la casa al colegio, universidad, del trabajo a supermercado, y así…. Los espacios intermedios, esos intersticios que se ubican entre el centro comercial y el trabajo se convierten en una serie de imágenes enmarcados por el parabrisas del vehículo, que no poseen ningún significado.

Pero en los pueblos (principalmente los del páramo andino), no ocurre esta degradación de la memoria, o si ocurre sucede a un ritmo más lento. Es interesante ver como las personas hacen uso de las plazas, existe intercambio, heterogeneidad, trajín, contrastes, niños jugando futbol, ritos religiosos, etc. Las causas de esto…??? es como material para un estudio más serio que este escueto ensayo.

Para seguir con el relato de mi amigo, el policía le pidió su documento de identidad, y lo obligo a levantarse de ese brocal que nos pertenece a todos. Mi amigo no se levantó y desafió al policía y al final el uniformado termino cediendo.

Al parecer el caso de amnesia del oficial es muy grave, debería ir con un doctor, porque una cosa es olvidar que es y para que se utiliza un espacio público, otra cosa todavía más peligrosa y mucho más alarmante es que te criminalicen por hacer uso de los mismos.


@ArqCesarTorres

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